Recordar la pobreza
La actual crisis es como un viaje al pasado. En términos de pobreza, según un informe de la CEPAL, retrocederemos a los niveles que teníamos hace 5 o 7 años atrás y, en el caso del desempleo, el retroceso podría ser aún peor, llegando a cifras que no se veían en Chile desde la crisis de 1982 (alrededor de un 20%).
La cruda realidad que están viviendo muchas familias ante la pérdida de un empleo, el cierre de un negocio o la imposibilidad de salir a trabajar de manera informal ha puesto en el centro de la discusión la necesidad de impulsar acciones inmediatas y contundentes para abordar los efectos de esta crisis humanitaria.
Y los políticos, problemas más problemas menos, han respondido. En pocas semanas se aprobaron una serie de proyectos como la creación de subsidios, los créditos a las pymes y la ley de protección al empleo. Adicionalmente, gobierno y oposición está trabajando en un “plan de emergencia” que tiene como objetivo la protección de los ingresos de las familias, la reactivación económica y del empleo. Estas políticas sociales están pensadas para los próximos 20 meses y, de ser exitosas, podrían permitir que el efecto de la crisis sea relativamente acotado en el tiempo. Además, hemos visto distintas iniciativas que han surgido espontáneamente desde la sociedad, ollas comunes, campañas para conseguir cajas de alimentos, hasta la organización de eventos grandes, con alcance nacional.
Así queremos Chile. Ante el drama social es un imperativo moral reaccionar con medidas urgentes y recursos.
Lo que no se entiende es por qué los últimos años ante el mismo drama social no hemos actuado con el mismo sentido de urgencia.No se trata de desconocer el trabajo de numerosas organizaciones de la sociedad civil, ni los programas sociales y el trabajo del Ministerio de Desarrollo Social y de los municipios, sino de la falta de priorización política e incluso comunicacional. Pareciera que a muchos se les olvida que en Chile todavía hay cerca de 2 millones de personas que viven bajo la pobreza medida por ingresos, y 3 millones y medio si consideramos la pobreza multidimensional.
La discusión sobre gratuidad universitaria es un buen ejemplo de la invisibilización de la pobreza en Chile. Mientras muchos defendían que fuese un derecho universal, que beneficiara incluso a los más ricos, cientos de miles de personas no tenían ni siquiera lo suficiente para sobrevivir. Entre los argumentos que se daban era que muchos países desarrollados tenían educación universitaria gratuita para todos. Claro, países que hace rato superaron la pobreza y se pueden dar “el lujo” de financiar incluso la educación de los más ricos.
El actual gobierno comenzó con un programa que ponía especial foco en las clases medias y en grupos vulnerables como los niños, niñas y adolescentes bajo la custodia del Sename. Sin embargo, por distintas razones, esos temas fueron perdiendo espacio en la agenda.
Ojalá esta nueva prioridad por los más pobres no sea un paréntesis.Para que todos nos podamos sentar en la mesa a dialogar sobre un nuevo pacto social, lo primero es que nos podamos sentar en igualdad de condiciones y dignidad.