Ahí vamos otra vez
Sr. Director:
En su columna de ayer, Juan Ignacio Brito señala que la negociación para un proceso constituyente 2.0 no es una urgencia para la gente, “pero que es una droga para nuestros dirigentes, convertidos en adictos al tema constitucional” y que sería un “acto de voluntarismo legal y político creer que la discusión constitucional solucionará nuestros padecimientos”. Esto último es evidente, sin embargo, si nos tomamos en serio este tema, sabemos que las urgencias sociales y lo constitucional están íntimamente relacionadas: no habrá solución a largo plazo para muchos problemas sociales si no tenemos una buena Constitución. El problema de las pensiones, por ejemplo, solo se puede abordar si el gobierno propone un proyecto de reforma al sistema y el Congreso, fruto de un proceso de negociación y mejoras, aprueba el proyecto. No obstante, debido a que tenemos un Congreso fragmentado, con más de veinte partidos, y un sistema que no fomenta la colaboración con el gobierno, las reformas de pensiones impulsadas por Bachelet II y Piñera II no tuvieron éxito en el Congreso. Lo mismo puede pasar con reformas profundas en seguridad pública o educación.
Si queremos que la política pueda hacerse cargo de nuestros problemas se requiere una buena Constitución. Creer que solo es un problema de conexión con la gente sí es puro voluntarismo.
publicada el 10 de diciembre 2022.